Hoy hablaremos un poco más sobre la historia de Sitges. El nombre de Sitges viene de “silo” de procedencia prerromana que significa “hoyo profundo, depósito de granos”. La historia dice que los primeros habitantes de Sitges moraban, ya antes del neolítico, el lugar conocido como la punta de las cuevas (pasado el golf Terramar) y en el cerro de la Punta, donde hoy se encuentra la iglesia y el Ayuntamiento.
En el siglo XVIII Cataluña obtiene finalmente el permiso para poder comerciar directamente con América. La economía se encuentra en manos de los comerciantes y los que regresan enriquecidos arreglan y reforman las antiguas casas del pueblo con esa mezcla del Mediterráneo y el Caribe. La villa se convierte en un punto de veraneo de los “americanos” de Sitges.
En el año 1879 ya se practicaban los baños como terapia medicinal, algo que incialmente se practicaba en los balnearios y posteriormente se pasó a realizar en el agua del mar, concretamente en la playa de Sitges.
Sitges, fue sede de veraneo de muchos americanos y se convirtió en un pueblo para tomar las aguas.
Con la llegada de Santiago Rusiñol en 1891, Sitges se convirtió en el foco cultural del modernismo. En 1909, de la mano de Ramón Casas y Miquel Utrillo, visitó Sitges Charles Deering. El norteamericano que transformó la calle de Fonollar, de típicas casas marineras y el antiguo hospital, en un palacio.
Más tarde el Palau Maricel y el Cau Ferrat (casa-estudio de Santiago Rusiñol) se convirtieron en dos polos de atracción cultural. Poco después Francisco Armengol realizó su ambicioso proyecto de la ciudad-jardín Terramar y el Paseo Marítimo.
En 1928 se creó la Atracción de Forasteros y en 1934 la oficina de turismo. A partir de entonces Sitges se convertirá en un punto de referencia turística europea.