La situación de incertidumbre económica que envuelve Europa desde los últimos meses ha provocado que poner la calefacción sea un recurso tan necesario como costoso. Con el invierno a la vuelta de la esquina, el precio del gas ha aumentado en más de un 800% si se compara cuando terminó el último invierno, en marzo de 2021, según datos de Selectra. Teniendo en cuenta, además, que el 47% del consumo de un hogar se invierte en calefacción y que de media en un hogar se pagan unos 990 euros en estas facturas, como informa IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía), el aumento de gasto por parte de los usuarios en esta partida parece inminente.
No obstante, hay que tener en cuenta que el precio final que pagará el cliente depende de muchos factores como el tipo y ubicación de la vivienda y, sobre todo, el modelo de calefacción utilizado. De hecho, esta es una de las variables más determinantes a la hora de pagar la factura, por lo que desde UCI (Unión de Créditos Inmobiliarios) han elaborado una guía con las ventajas e inconvenientes de los tres principales modelos de calefacción existentes en España, así como las fórmulas para ahorrar en cualquiera de ellos.
En cualquier caso, existen formas casi universales de ahorrar a la hora de calentar una casa, independientemente del tipo de calefacción que se use. Por ello, UCI, ha elaborado una guía de consejos al alcance de todos para reducir las facturas de la calefacción:
1. Purgar los radiadores de aire
Conviene hacerlo, al menos, una vez al año, cada vez que comienza el invierno. Sucede con frecuencia que los radiadores acumulan burbujas de aire que impiden que el calor llegue hasta el final, por lo que no hacerlo supondría desaprovechar energía y desperdiciar dinero.
2. Revestir la casa
Las alfombras, cortinas y persianas actúan como una capa más, capaz de aislar el frío del exterior y mantener el calor del interior de la vivienda. También es útil colocar pequeñas piezas, por ejemplo, de cinta aislante, en las rendijas de las ventanas y puertas, donde se escapa el calor.
3. No cubrir los radiadores
Estos dispositivos pierden gran parte de su potencial cuando hay un objeto por encima que los cubre. Tampoco es recomendable ocultarlos detrás de muebles aparatosos o utilizarlos para secar ropa húmeda, ya que supondría un gasto innecesario de energía.
4. Apagar siempre la calefacción en las habitaciones vacías
Es imprescindible tenerla encendida solo cuando se vaya a usar. En las habitaciones que estén o vayan a estar vacías durante un periodo de tiempo largo, conviene apagar la calefacción y cerrar la puerta. Sin embargo, en algunos sistemas, como los centrales, normalmente no se puede elegir qué radiadores se encienden.
5. Por la noche, bajar la temperatura
El calor que retiene el cuerpo humano durante todo el día es suficiente para, por la noche, reducir el consumo de calefacción. El cuerpo necesita menos calor durante las horas de sueño y mantener la calefacción encendida durante tanto tiempo supone un gasto tan notable como innecesario.
6. Aprovechar para abrir las ventanas lo más temprano posible
Cuando el calor interno de la vivienda sea el mínimo. Habiendo apagado la calefacción por la noche o, por lo menos, reduciendo su temperatura, al abrir las ventanas no se desperdiciará la energía consumida, ya que la temperatura será más parecida al exterior y luego costará lo mismo volver a calentar el interior.
7. Programar la calefacción para que se encienda solo a las horas en las que sea necesario
Es importante, también, adaptar la calefacción a los horarios de cada uno de los habitantes de la casa. Si no se va a estar presente en el hogar, conviene mantenerla apagada para evitar derroches innecesarios. Por eso, la mayoría de los sistemas permiten programarla de manera automática para encenderse solo en las horas en las que vaya a necesitarse.
8. Mantener la casa en temperatura constante
Alrededor de los 21 grados por el día y, por la noche, 17. Los expertos sanitarios consideran que esa es la temperatura idónea para gozar a partes igual de confort y ahorro. Y es que por cada grado que aumente la temperatura, el precio lo podría hacer hasta en un 7%.
9. Adaptarse a una caldera de bajo consumo
Sin necesidad de hacer grandes inversiones en instalar sistemas eficientes, la diferencia de precios entre una caldera de alto o de bajo consumo es realmente notable. Una vivienda media no necesita grandes calderas, sino que con una de bajo consumo tiene más de suficiente.
10. Revisar el estado de la caldera con frecuencia
Una caldera en malas condiciones puede suponer un peligro para la salud y un aumento considerable del precio. Los expertos recomiendan hacerlo, por lo menos, una vez al año, antes de comenzar el invierno.
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Fuente: https://www.idealista.com/