Hay una técnica o más bien un arte que hará que tu casa sea aún más acogedora, independientemente de los metros que tengas (sea un palacete o un piso recogidito) y también sin depender del presupuesto.
Esto que parece magia se llama ‘hygge’, y es el arte danés para crear un hogar acogedor y feliz, y tiene que ver con lo que comentábamos antes: con el sentimiento de saber que estamos a salvo, protegidos, de que podemos permitirnos bajar la guardia. Es la sensación de hogar, y para los daneses, por climatología, el hogar es el epicentro de muchas reuniones sociales con la familia y con amigos.
El ‘hygge’ aplicado a tu casa te permite crear atmósferas acogedoras y convertir tu casa en un oasis de paz, algo muy necesario pues estamos rodeado de ruido, sobre todo en las grandes ciudades. Meik Wiking, que ahora publica Hygge Home (Libros Cúpula) nos cuenta en la obra que se puede utilizar el color, la luz y el espacio del que dispongas para celebrar la comodidad.
Los espacios y lugares en los que vivimos o trabajamos pueden tener un efecto positivo en nuestro bienestar y podemos mejorar nuestra felicidad interviniendo en ese entorno.
¿Cómo? Pues por ejemplo, con plantas, que dan vida, y todos los sabemos. Con libros, que permiten la exploración y la contemplación. No es de extrañar así que tengamos rincones de lectura en casa que además, están localizados en ángulos, en rincones y no de forma azarosa: al parecer, nos gusta un rincón de la casa (o de un sitio concreto) porque según el geógrafo inglés Jay Appleton nos gusta buscar sitios en los que estar que nos permitan ver sin ser vistos, espacios en los que nos sintamos protegidos. Como por ejemplo, la entrada de una cueva, que nos permitiría controlar el exterior y nadie nos podría atacar por la espalda (salvo si hubiera un oso, claro está) Se llama la teoría de la panorámica-refugio.
Pero volvamos a nuestro hogar ‘hygge’. Las alfombras y los cuadros también aportan calidez y textura. En cuanto a la luz, que juega un papel fundamental, Wiking recomienda sustituir la iluminación uniforme que viene del techo por focos de luz, como por ejemplo, una lámpara de pie junto al sofá, o una lámpara globo colocada estratégicamente en una esquina del salón.
Si hablamos de luz natural, el autor aconseja que nos comportemos como los gatos y que nos sentemos donde pase una rayita de luz. En este caso es importante la limpieza, ya que la suciedad reduce la cantidad de luz que atraviesa el cristal con lo cual hay que mantener limpias las ventanas. También se pueden usar vitrinas o espejos para reflectar la luz natural del exterior.
Un último consejo: si en tu casa hay niños, recuerda adaptar el espacio para ellos. A los enanos les encantan los escondrijos, las cuevas… Si no tienes un jardín que te permita tener una cabaña, no pasa nada, improvisa otros espacios. Con unas mantas y unas pinzas pueden hacerse una en el ángulo del sofá. Y si tienes una escalera con un espacio debajo de ellas “puede ser un espacio lleno de ‘hygge’ para ellos”, explica el autor.
Así que ya sabes, dale al ‘hygge’ sin moderación.
Fuente: https://www.idealista.com/